Etapa preindustrial (I d. C.- XIX)
Antes del s. I dC el hecho urbano no existía, si había una serie de factorías comerciales de fenicios y griegos como Malaka o Gadir que eran asentamientos protourbanos. Junto a estos habría enclaves de carácter defensivo o planta circular (castra) o rectangular (oppida).
A partir de época romana podemos hablar de hecho urbano. Uno de los
aspectos de la urbanización de la península fueron las adaptaciones de
estos enclaves a los criterios urbanísticos de Roma
y en otros casos la propia romanización creo núcleos de nueva planta
planificados por ingenieros romanos militares, que buscaban la cercanía a
las vías de comunicación, control de puntos estratégicos y la presencia
de recursos. El plano es de tipo ortogonal que se adapta a la
topografía del terreno, como principales ejes del emplazamiento presenta
el cardus y el decumanus,
que atravesarían la ciudad en forma de cruz. En otras ciudades se
implantan diferentes organismos de control político y social para poder
controlar la población y también habrá obras como acueductos como en Tarraco, Emerita Augusta, etc.
En la Edad Media
la invasión musulmana provoca la existencia de la ciudad musulmana y la
cristiana. La invasión musulmana trajo consigo la desaparición de
núcleos del sur y en el norte aparecen muchos de nueva planta y
restauración de núcleos que ya existían.
La ciudad musulmana se organizaba por la presencia de una alcazaba
que protege a la ciudad, dentro de esa muralla se inserta la mezquita,
baños y la alcaicería. Fuera en los arrabales también podía haber
barrios. El plano urbano se integra por una serie de calles sinuosas que
desde el centro de la ciudad iban hacia la muralla, las calles
principales se dividían en secundarias, también sinuosas y estrechas y
solían unirse a callejones. En las zonas de encrucijadas se instalaba el
zoco y la plaza no existía. Es irregular y con gran preocupación de la
vivienda y su espacio interior. Esta ciudad tuvo su esplendor en el s. X y XI. La posterior ocupación cristiana significó la adaptación cristiana a esas ciudades.
La ciudad cristiana presenta variedad de formas, destaca el camino de Santiago que da lugar a la formación de elementos urbanos a los que los reyes concedían bastantes privilegios como Jaca, Pamplona, Astorga o Burgos, con plano lineal en torno al camino. Ya en el s. XIII
la reconquista toma un nuevo impulso y se conceden privilegios a la
población que ya existía y los propios reyes fundan ciudades con trazado
regular o irregular, aunque predominan las regulares, reflejo de la
organización social y económica de este periodo, existiría una calle
para los nobles, la iglesia sería muy importante, habrá zonas para las
manufacturas, otra para los judíos. En esta época aparece, en los
territorios de la Corona de Aragón, el influjo del fraile Eiximenis.
El elemento más diferenciador es la presencia de la plaza como
sustituto del Zoco, que en muchas ciudades conservará el nombre de
Azogue. En el bajo medievo la labor de urbanización fue llevada a cabo
por otras instituciones feudales destacando los señores de Vizcaya y las órdenes militares.
Durante la época de los Austrias
España tiene una dimensión más internacional, es un momento de
monarquía absoluta que representa el poder de las Españas a nivel
mundial. Tiene mucha importancia el carácter defensivo y se refleja en
el plano de la ciudad, sobre todo en las fronterizas y costeras, se
refuerza su carácter de fortificaciones
considerándose como "plazas fuertes". También hay otras ciudades que
crecen por el comercio americano y europeo (Sevilla, Burgos), aquí tiene
especial protagonismo el grupo social del comerciante. Hay también
huellas de palacetes de la nobleza.
No hay que olvidar la creación de nuevas ciudades en el Nuevo Mundo,
creación que en número no ha sido superado todavía, y que responden a
una serie de patrones recogidos en la Leyes de Indias, en la recopilación hecha en tiempos de Felipe II.
Las ciudades tenían calles trazadas a cordel y la situación de los
principales edificios (casa de Gobierno, Iglesia Mayor...) y espacios
públicos (plazas) están perfectamente determinados.
Mientras tanto, la ciudad peninsular experimentó una serie de cambios
traducidos en la insuficiencia del ámbito interior de la muralla para
acoger el crecimiento de las ciudades. Durante el XVI se quiso
incorporar a la ciudad extramuros al mismo tiempo que creció el interés
de crear barrios alrededor de la muralla, así se fue desplazando el
centro histórico y junto a esto en las vías de salida de la muralla
empiezan a surgir nuevas plazas que se van trazando regularmente con los
nuevos barrios como en Valladolid.
En el s. XVII
hubo una crisis importante que provocó el freno en el crecimiento de
las ciudades, aunque hubo excepciones como Madrid, Sevilla, Medina del
Campo o Burgos y, por supuesto, las ciudades americanas, que crecieron y
aumentaron en número. Sevilla mantuvo su esplendor por el monopolio con
América, tenía 150.000 habitantes y se crearon nuevos barrios con una
estructura ordenada y también se remodelaron barrios cercanos al casco
histórico, destacan los edificios del clero, nobleza y concejo. Madrid
no decayó por ser capital administrativa, fue espacio de residencia real
desde que Felipe II la llevó allí en 1563 por estar cerca del Escorial. Hubo en Madrid despreocupación urbana contraria a otras ciudades europeas, los caminos que iban hacia Toledo, Alcalá de Henares, Fuencarral y Hortaleza
sirvieron de organización y crecimiento urbano, también hubo
edificaciones hacia el camino del monasterio de San Jerónimo, lo único
que se proyectó racionalmente fue la Plaza Mayor, se edificaron a su
alrededor palacios y conventos. La presencia en la vida urbana de la
Iglesia da lugar a la ciudad conventual que tiene un rico número de
edificios religiosos para el culto y su logística.
También en el s. XVII proliferan las residencias reales como palacios, casas de campo… destacando Aranjuez,
la casa de campo o el buen Retiro. También están las villas ducales que
son concebidas como pequeñas cortes de señores, la figura más
importante es el palacio ducal que preside la plaza y la presencia de
una colegiata por convento, destacan de este modo Osuna y Lerma o, en menor medida Nuevo Baztán.
En el s. XVIII
se da el cambio de dinastía produciéndose una reactivación económica
predominando en el mundo urbano las ideas barrocas basándose en la
perspectiva y linealidad. La voluntad real era la mejora social y
modernizar, traduciéndose en el prototipo de ciudad ilustrada, habiendo
construcciones racionales, funcionales, grandiosidad formal, atracción
por los espacios abiertos y proliferación de edificios dedicados a la
enseñanza y sanidad. Destaca Carlos III en Madrid, mejorando su plano, trazará el paseo del Prado y abrió gran parte de los pasos: Puerta de Alcalá, edificios monumentales en las entradas de la ciudad.
Había interés en que la ciudad fuese impulsora del crecimiento
económico, tenía que ser como un pilar de desarrollo, así todos los
programas de urbanización tenían que estar asociados a la implantación
de actividades productoras, agrícolas, industriales o comerciales. En la
ciudad agrícola destaca el planeamiento de los poblados de colonización
del interior en la zona de Sierra Morena (La Carolina).
En la ciudad industrial se quiso incorporar el modelo de las reales factorías en sitios como San Fernando de Henares.
En las ciudades para desarrollo comercial se planearon barrios en la
zona de Puerto de Barcelona y Valencia, acompañado por un
embellecimiento de toda la ciudad.
También, el poder naval de la monarquía hispánica se manifiesta en
los trazados de ciudades donde se centra este poder, bien como base
naval, bien como astillero, entre ellos, Cartagena, El Ferrol (barrio de La Magdalena) o Cádiz
La herencia de la ciudad tradicional perdura en el primer tercio del s. XIX sobre todo la plaza mayor como lugar de encuentro comercial. También sigue perviviendo en el s. XVIII la ciudad residencial como La Granja.
Ciudad industrial
El s. XIX
es el de mayor número de transformaciones urbanísticas asociadas a la
relevancia de unos grupos sociales que antes no existían, el surgimiento
de la burguesía y proletariado se une a la industrialización y desamortización. El plano urbano se caracteriza por un nuevo elemento como es el ensanche que se constituyó como una forma de crecimiento en consonancia con la llegada de la burguesía
al poder económico y social. Es consecuencia de la industrialización
que en principio fue bastante débil al no haber transformación a gran
escala hacia los espacios urbanos. Aunque fue débil hubo núcleos
semejantes a otros europeos, se asentaron en el área del Mediterráneo. Esta primera debilidad se intentó compensar, así se puede intuir políticas de integración territorial a partir del ferrocarril
y aparición de la capital de provincia. También se dio el desarrollo de
otras infraestructuras. De esto se benefició sobre todo las ciudades
del levante peninsular.
Una vez que se empezó a afianzar la industrialización las capitales
provinciales empezaron a recibir aporte de población, las más
beneficiadas serán Cataluña y Asturias, sobre todo en la segunda mitad del s. XIX.
El ensanche surge de las intervenciones de la burguesía que quieren
dotar de un espacio propio donde este regido por el orden, regularidad y
condiciones higiénicas y sobre todo para que sea lugar de obtención de
beneficios económicos. La tipología del ensanche sigue un modelo de
cuadrícula donde el espacio establecido es conocido como generador de
renta. Son casi como una auténtica ciudad nueva, Barcelona fue el primer ejemplo, después se dio en Bilbao, Madrid y San Sebastián.
El ensanche de Barcelona marca la pauta de los posteriores. Dentro de Barcelona en 1854
se derrumba la muralla, las autoridades para hacer frente al
crecimiento demográfico y diferentes epidemias mandan crear un ensanche
al ingeniero Ildefonso Cerdá que efectuó el proyecto de reforma en 1859. En 1860 se aprobó el de Madrid llevado a cabo por Carlos María de Castro. El ensanche de Bilbao se dio en 1864, San Sebastián en 1864 y Gijón en 1867. Los ensanches tienen un punto de inflexión en 1892 cuando se dictó la Ley de ensanche que facilita la proyección de ensanches de todas las ciudades españolas.
También hay unos espacios como los conjuntos suburbiales dedicados a las casas del proletariado, se ocupa por los emigrantes del pueblo rural.
Habría un modelo dual: ensanches y suburbios. Esto llevó a una
problemática ligada a las condiciones de vida de los arrabales por lo
que fueron focos de enfermedad. También existía una problemática social
pudiendo ser focos de activismo político que se podía contagiar al resto
de la población.
Ante esta problemática surgen propuestas para solucionarlas, entre ellas destaca la de Ángel Fernández de los Ríos
que propuso una vía de ferrocarril de circunvalación que fuera por el
límite del ensanche y conectara los barrios obreros con la ciudad. Esta
propuesta buscaba un ordenamiento racional del espacio periférico. Se
dio la ciudad lineal de Arturo Soria que es una de las aportaciones más importantes a la ordenación urbanística de España, surgió en 1882
y se subraya que es una columna donde se instalan los edificios. Es una
ciudad basada en la vivienda unifamiliar aislada con jardín,
autosuficiente en servicios y dotaciones. Es el antecedente de la ciudad
jardín. Tendrá que ser saludable y será un ámbito de unión de clases y
una importante vía de comunicación.
Ciudad del siglo XX
Hasta la Guerra Civil
se sigue con la continuidad de los procesos urbanísticos anteriores.
Destacan actuaciones representativas sobre los centros históricos, hay
una reforma interior de los centros históricos, derribos,
realineaciones, saneamientos, etc. También se articuló el espacio urbano
con la consolidación de los ensanches y potenció el desarrollo ya que
era una forma válida de producir espacio urbano. El principal
protagonista es el extrarradio de la ciudad porque en muchos casos va a
ser considerado a efecto administrativo como ciudad, así tiene que
cumplir todos los postulados de la organización de la ciudad que destacó
en la segunda generación de ensanches para controlar el área del
extrarradio.
Dentro del s. XX hay una etapa desde el 1939 a 1959, se da la autarquía
económica, al principio la tasa de urbanización era todavía escasa al
ser solo un 40% habitantes de municipios de más de 10.000 habitantes.
Las condiciones no eran óptimas y no podían relanzar el fenómeno urbano y
tampoco podían asegurar las condiciones mínimas de la ciudad. Es una
situación de declive llamada "etapa de la miseria urbana". A partir de
aquí se inicia un intervencionismo total.
El INI
llevó a cabo proyectos industriales en ciudades medias (50.000
habitantes). Antes de esto y por la Guerra Civil, el régimen inspiró un
plan nacional de reconstrucción industrial que tuvo escaso éxito debido a
que los años 40 el gobierno se interesó más por el medio rural. El
principal elemento fue el INI que acometió varias acciones como la
intervención en Puertollano con la empresa Calvo Sotelo con factorías de pizarra bituminosa en 1942. También destaca las acciones en Madrid impulsando la creación de nuevos complejos industriales como el polígono industrial de Villaverde o de San Fernando de Henares.
También aparecen dos fenómenos en los 50 como la aparición del
inversor que es un agente profesional que adquiere suelo y construye
viviendas y la barriada o suburbios que colonizan los extrarradios de la
ciudad que trabajan en la industria y son un asentamiento marginal, en
muchos casos serán ilegales o con insuficientes condiciones de
salubridad.
Etapa del desarrollismo (1959-1975)
Los 60 son años de explosión urbana asociada a la modernización
económica, al crecimiento industrial y de servicios, crecimiento
demográfico y llegada de inmigrantes. En el primer lustro de los 70 el
crecimiento demográfico se estanca por la crisis económica.
La fisonomía de la ciudad, teniendo en cuenta la normativa de los
planes generales de ordenación urbana que provienen de la regulación del
suelo del 56 se aboga por el equilibrio territorial y construcción de
ciudades con polígono de edificación abierta y bien equipados y
comunicados. Lo que se hizo poco tuvo que ver con esto porque se abogó
por una conquista del terreno para urbanizar con edificación masiva y la
ley del suelo se supeditó a los intereses de los grupos de promotores.
Los agentes económicos que tenían suelo y capital se lucraban. Este
importante crecimiento urbanístico se trasladó a la morfología urbana
con grandes complejos residenciales asentados en la periferia y serán
para la clase media.
También está el fenómeno de los suburbios que se incrementa. Esta
ligado al crecimiento económico y surge el fenómeno de las áreas
metropolitanas en Madrid, Barcelona y Bilbao con relaciones de las
ciudades con su periferia. Este crecimiento de áreas metropolitanas sorprendió al gobierno y el crecimiento fue desordenado con ausencia de normativa en gestión o servicios.
En los 70 esto cambia por la crisis energética y la ciudad tiene otro
cariz en el que la preocupación del ciudadano empieza a contar y surge
una nueva situación por el traspaso de competencias.
Etapa actual (1975-actualidad)
En un primer momento la industria sufre las consecuencias de la crisis energética creciendo el paro.
Ante la crisis, la industria reacciona de dos maneras, uno a nivel
privado y otro estatal. A nivel particular se buscan nuevas
localizaciones industriales relacionadas con productos que requieren
mano de obra especializada como textiles o calzado. A nivel estatal destacan los planes de reconversión industrial buscando nuevas alternativas. A pesar de esto, los fenómenos más importantes son la llegada de la democracia y la sociedad neoliberal globalizada.
Respecto a la llegada de la democracia es la ordenación del
territorio competencia autónoma con su propia legislación. También está
la autonomía del ayuntamiento. Como nexo común está el que los
ciudadanos tienen poder de decisión surgiendo asociaciones preocupadas
por el tipo de ciudad que quieren.
En los años 90 se introduce la ciudad globalizada neoliberal en la
que la ciudad se ve en situación de competencia en la que los fondos comunitarios cobran gran importancia y existen monopolios que controlan el espacio para su máximo beneficio. La diversidad de fenómenos da lugar a fuerte heterogeneidad.
En la actualidad se da la recuperación de los centros históricos para turismo,
embellecimiento urbanístico, espacios verdes y ocio, difusión del
tejido urbano de baja densidad (adosados), papel de los servicios en la
comunidad y nuevos usos del suelo en la periferia como residencia y
mercados, parques de ocio, científicos. Al llevarse la industria fuera
del espacio urbano se sustituye con importancia para las vivencias y
servicios.
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